martes, 15 de diciembre de 2009

Los folletines en FM Palermo


Martín Fedele presentó sus folletines en el programa de Gerardo Yomal "Detrás de las paredes" que se emite en FM Palermo. Aquí la grabación de la entrevista

viernes, 23 de octubre de 2009

Los Folletines Criollos en “LibrArte 2009”

FERIA DEL LIBRO DE BERAZATEGUI



El pasado 9 de octubre Martín Fedele presentó los “Folletines Criollos” en la Feria del Libro de Berazategui.

Junto al periodista Hugo Barcia, el trompetista Alejandro Batman Févola y la pequeña Lola Espiro recitando célebres sonetos de Diego Fernández Espiro.

Un emotivo evento que reunió a familiares y amigos de Martín.

Hasta la próxima…




lunes, 10 de agosto de 2009

Los Folletines Criollos llegan a Córdoba

Los "Folletines Criollos" de Martín Fedele siguen su recorrida de presentación. en este caso Martín dialogó con Ricardo Cesari del programa "Perro que ladra" que se emite diariamente por AM 810 Radio Mitre de la ciudad de Córdoba. Aquí el audio del reportaje.


El folletín ya tiene quien lo escriba. Folletines en Página/12

Lunes, 10 de agosto de 2009

MARTIN FEDELE, AUTOR DEL FOLLETIN CRIOLLO LOS RURALISTAS
El compañero folletinista
Publicado en:

La obra está ambientada en el primer peronismo, en ocasión de la muerte de Evita. Sucede a La cacería de Florencio Espiro y es parte de un proyecto que Fedele define como la “saga del clan griego”. “Quise jugar con los extremos, lo estereotipado, lo inverosímil”, señala.

Por Silvina Friera

En la ribera de Quilmes hay sudestada. Y mucha tristeza. A fines de julio de 1952, la peonada enciende antorchas y llora por la agonía de Evita. En la estancia de los Pereyra cuchichean y festejan por anticipado el cáncer que consume a la jefa espiritual de los humildes; entre vítores y aplausos reciben a un pai brasileño para que haga su “trabajito” y ningún milagro desvíe el curso de esa muerte que se avecina. La venganza del pueblo llega de la mano de la astuta Fuscaiola y su receta siciliana: la polpetta venenatta, el cianuro escondido en pequeñas albóndigas. A las 20.25, la radio del Estado anuncia que María Eva ha pasado a la inmortalidad; los estancieros bailotean, chiflados, felices, piden a los gritos botellas de champaña. Pero esa misma noche “25 viejos ilustres” mueren envenenados por las exquisitas albóndigas de la Fuscaiola. El pretérito imperfecto es un tiempo verbal que se lleva a las patadas con la historia argentina. El presente se conjuga mejor. “El pasado no está muerto. En realidad ni siquiera es pasado”, ha dicho William Faulkner. Los ruralistas es el título de este folletín criollo que acaba de publicar el escritor y periodista Martín Fedele, un proyecto que comenzó con la primera entrega, La cacería de Florencio Espiro, contextualizado en los años ’40, cuando en Barracas al Sur gobernaba Barceló, previos a la irrupción del peronismo. Esta “saga del clan griego”, como la define su autor, continuará con Colonia Wanda, de inminente aparición, y tres folletines criollos más, ambientados en los años ’70, en el mismo territorio, en la ribera de Quilmes, “donde los pibes de Montoneros y los matones de la Triple A se reparten los roles de héroes y villanos”, anticipa el escritor a Página/12.

Cuando empezó a ordenar esta saga, a fines de 2006 y principios de 2007, Fedele tenía la intención de “jugar con un género medio marginal, ninguneado, a mitad de camino entre la literatura y el oficio de escribir: el folletín de aventuras”. El escritor admite que el momento político vivido el año pasado a partir del denominado conflicto “del campo” tuvo su coletazo en sus folletines. “Fue una cuestión de formas, porque originalmente ese episodio se iba a titular Los estancieros, pero el pulso periodístico acuñó un término, “ruralista”, mucho más sureño, más sonoro, más faulkneriano si se quiere, y eso le vino bien a una historia donde, ya sabemos, los malos son siempre los mismos malos, pero las formas narrativas, especialmente en el folletín de aventuras, exigen atención al momento en el cual se las formula”, explica Fedele. “A esta altura, las bravuconadas de sujetos como Hugo Biolcati o Mario Llambías parecen superar cualquier ideario estilístico. Hasta el folletinista más mentado sucumbe a la verba de esos señores del campo”, ironiza el escritor, que nació en 1972 en Berazategui, cerquita de donde ambienta sus historias.

Los dos folletines publicados aparecen como una bisagra que conduce hacia el peronismo. En ambas historias, la salvación o redención, en rigor el único atisbo de justicia que se impone, procede desde el campo popular; por ejemplo, la Fuscaiola envenenando con sus albóndigas a 25 ruralistas. “El folletín, como género, exige la redención, la salvación, la justicia hecha carne en sus personajes. Después estarán las mayores o menores simpatías que despierten estos personajes, o la clase social a la que pertenezcan, o las opiniones políticas que viertan, o las acciones que realicen”, subraya Fedele. “En el caso de un folletín ambientado en los años de Perón y Evita, está claro que las clases populares ocupan quizás el momento de mayor esplendor como sujeto histórico en la Argentina; entonces, el folletín paga por partida doble: la Justicia se hace justicialismo y el aluvión zoológico deviene en héroe literario.”

El autor se entusiasma cuando argumenta sobre las posibilidades de exploración del peronismo, un movimiento tan ecléctico y dinámico que sirve en bandeja un menú de tramas infinitas. “El peronismo es y será materia inagotable para indagar en sus entrañas. Y especialmente desde la ficción, porque abundan variedad de personajes y situaciones ideales para hacerlo. Uno tiene la sensación de que en el último tiempo al peronismo, como fenómeno político, se lo aborda casi exclusivamente desde el ensayo sociológico, desde lo historiográfico, donde todos los ‘estudiosos’ están preocupados por confirmar datos y fuentes, verdades, hechos objetivos; y se está dejando de lado la monumental posibilidad que ofrece el peronismo para la ficción literaria, donde la verdad absoluta no importa, no interesa, y hasta aburre”, fundamenta el escritor. “Como fenómeno de masas, en el sur de América, el peronismo tiene una liturgia exclusiva, un pulso único, una genealogía que lo vincula espiritualmente a las clases populares, de un modo casi sensorial, afectivo, que va mucho más allá de lo político. Están los personajes, están las fechas en el calendario peronista, está su musicalidad, su iconografía, sus arrebatos de amor, su violencia; está todo dado para condimentar una ‘de tiros’. Al menos ésa es la visión de este compañero folletinista.”

Fedele plantea que el género que ha decidido frecuentar con esta “saga del clan griego” posibilita “jugar con los extremos, lo estereotipado, lo inverosímil; todo aquello que desvela a cualquier tipo que cuenta historias, en el folletín está permitido, y mejor aún: es necesario llevar a otros límites”. Los cuatro pilares tentadores del folletín, confiesa el escritor, son la intriga, el suspense, la acción y las aventuras. “Esto permite anteponer los ‘hechos’ a las ‘palabras’, que para quienes venimos del periodismo es una buena manera de evadir los cánones del oficio: el folletín tiene libertades íntimas e ineludibles. La apuesta, el desafío, pasa por no traicionar la estirpe atolondrada y vertiginosa de un género maniqueo por naturaleza. Donde lo verosímil flaquea, allí está el folletín para remediarlo –sugiere–. Sin dudas que el carácter épico del folletín me alentó a transitar el género. La idea del western animado en personajes propios de Onetti o de Saer es un proyecto que merece, al menos, el riesgo del intento. Y en eso andamos.”

El surco que atraviesa La cacería... y Los ruralistas es un constante desprecio hacia esas amplias mayorías que alguna vez, allá lejos y hace tiempo, se las llamó pueblo. “Los sectores populares continúan siendo demonizados y denigrados por una sencilla razón: son muchos y siempre serán más. Y lo seguirán siendo. Los sectores populares son sagaces, dinámicos, abiertos a su tiempo y espacio. La aristocracia, cualquier aristocracia, es endogámica, asustadiza, sostenida en poderes ajenos, y se sabe inferior en número y capacidad de supervivencia –compara el escritor–. Entonces, ante la imagen de unas ‘patas’ en la fuente de la plaza pública, el miedo los llena de inquisición. Y actúan en consecuencia.”

jueves, 16 de julio de 2009

Los Folletines en diario Perfil

Muera el cáncer, folletines siglo xxi
15 de Julio del 2009



“Folletín. m. Novela de intriga con sucesos dramáticos publicada por entregas. Suceso increíble o exagerado”. Esta es una de las definiciones que pueden encontrarse acerca de la palabra folletín. Con esta premisa, Martín Fedele (37), periodista y escritor, se embarcó en el proyecto de recuperar la tradición del folletín en la literatura argentina.

Interesado en la polisemia, “Los Ruralistas” (primera entrega de la serie “Folletines criollos”) muestra las distintas significaciones que emergen del mundo rural alrededor de la figura de Eva Perón. “A’visto Karaícho entonce, remató el menor. Y maldijo a la sudestada y a Dios y a la Virgen y a todos los Santos (…) Estaban en apuros, lo sabían, sabían hasta dónde estaban, feos, habían aprendido a no joder con las maldiciones de la abuela: las antorchas: la Señorita Evita enferma”. Fedele tampoco pierde de vista la voz de los propietarios rurales de aquel entonces:

“-El cáncer se la lleva.

-Dicen que no pasa el invierno.

-Los mejores médicos la atienden.

-¡Perra!

-¡Puta!

-Que la salven ahora sus negritos.”

En el marco del resurmiento de una terminología que hasta el año pasado parecía que había desaparecido del discurso político, Fedele -en un escenario bucólico- recupera al menos dos miradas, que emergen entre una infinidad de voces del mundo rural. Ese es el valor de la obra del autor de “Par mil”, quien de ninguna manera evita una mirada subjetiva, desenmascarada, de su literatura.


martes, 17 de marzo de 2009

Martín Fedele en FM La Boca




El pasado sábado 14 de marzo el autor de los folletines "La Cacería de Florencio Espiro" y "Los Ruralistas" fue invitado al programa "Espacios" de FM La Boca para hablar de la publicación de sus folletines.





Aquí lo resumido por la gente del programa que se puede escuchar todos los sábados desde las 12, en el 90.1 del FM o bien por internet en http://www.fmlaboca.com.ar/


"Nos visitó Martín Fedele un escritor que decidió revivir los viejos folletines con cuyas entregas se han entretenido varios lectores en décadas pasadas. En este caso él lo hace con una novela dividida en seis entregas. La primera y segunda parte ya están al alcance del público "La cacería de Florencio Espiro" y "Los ruralistas".

Próximamente llegará la tercera entrega, habrá que esperar hasta la sexta para conocer el final de la historia".

martes, 10 de marzo de 2009

El Reportaje: “Esta literatura fue y es comunicación popular”


Entrevista Lic. Florencia Deich *
Publicado en:
Personajes de la política argentina, burdeles, hombres de pulpería y facón en mano, se entremezclan en cada una de las historias relatadas en un casi extinguido género literario conocido como folletín. En esta edición Alerta Militante tuvo la oportunidad de remembrar aquel legendario estilo en con una amena charla en su casa del barrio de San Telmo. Martín Fedele, es periodista y autor de una serie de cuadernos dedicados a periodos imborrables de la historia de nuestro país.

Martín nació y se crió en la zona sur del Gran Buenos Aires, Berazategui. Alguno de los lugares donde se desarrollan sus últimas obras en folletín. Desde su departamento de San Telmo que me recibe junto con su hijo, ferviente seguidor del “Candombero” y jugador de la división infantil.

Comenzamos a dialogar acerca del nacimiento del género que prefiere Martín: “el folletín nace en Europa allá por el siglo XIX, lo podemos encontrar en Inglaterra, en Francia más específicamente que es el país dende se populariza. En sus relatos abundan historias de aventuras, que mezclan lo verosímil con lo no posible”.”Para esta triada podrán leer historias de gobernadores del gran buenos aires, un general como secretario general de trabajo, que no se lo nombra pero que rememora la figura de Perón, también Evita. Estos personajes responden a la vida política del país, que justamente se desarrolla en el periodo que va desde 1945 al 1955.La estructura histórica está atada a la realidad de esos años con el juicio de valor particular.”

¿Y cómo sigue la triada?
Bueno, luego en el segundo periodo, del 75´ al 79´, los personajes son montoneros. Aquí no se pretende mostrar las diferencias que existían en la organización, sino plantear hechos reales, acontecimientos políticos que marcaron el periodo, a través de historias de aventuras, confusiones, desencuentros. El último periodo responde a la contraofensiva y el 84´ a la llegada de la democracia.

¿Cómo fue que te decidiste a hacer tu obra en folletín?
Me quedó mucho en la facultad de haberlo estudiado. Con una docente, que no recuerdo su nombre, fanática del circo criollo, el folletín criollo y las primeras ediciones radiales. Recuerdo para darte algunos ejemplos la revista Caras y Caretas, Fray Mocho. Esta literatura fue y es comunicación popular. El proyecto lo arranqué teniendo en claro los personajes y la trama. No sabia si era cuento o novela, faltaba el tono narrativo y recordaba a Juan Moreira, a los tres mosqueteros, que nacieron en forma de folletín. En Europa como te decía anteriormente, se populariza en Francia, con el nombre técnico de modela en folletín. Y funcionó como herramienta de la prensa en ese momento de escritores de ir publicando en distintos periódicos, revistas, sus novelas por capítulos en forma de folletín.

¿Y en Argentina?
Este género además cuenta con una carga narrativa que se hizo culto acá en la Argentina que hubo muchísimos, en el diario La Nación, la Prensa, el viejo diario Crítica, diarios provinciales zonales. Estas publicaciones dedicaban un espacio para el folletín, que representaba la literatura popular. De acceso sencillo para el lector, se privilegiaba la aventura, todo es posible todo es probable. Lo inverosímil es mejor. Los lectores se apasionaban por esta particularidad y esto le dio cierta libertad a este proyecto. A través de este tipo de literatura, encontré la mejor forma para este proyecto y adentrarme en este momento histórico. El juego de las palabras te da esa libertad, donde lo que importa es la tensión de la aventura.

Es una apuesta importante, en la era de las tecnologías lanzarse a realizar una publicación gráfica como esta, y sobre todo con el contenido que has decidido otorgarle.

Sí, concuerdo, pero puedo contarte una anécdota muy sencilla para darte la respuesta. Cuando yo comencé con el proyecto, mi intención fue que los primeros que leyeran y se interesaran por la obra, fuera mi familia más cercana. En este punto puedo decirte que los mayores, no tienen acceso a Internet. Así me hubiese ocurrido con mis tías, tíos, y otros parientes más. Es una imagen común, pensar que todos tienen ese acceso y no es así.

Las nuevas tecnologías no son de acceso popular…
Por supuesto que no, y además te acortan la llegada a diferentes edades. Todavía falta mucho para que esta tecnología se convierta en popular. Recién hace 10 años se expandió internet. Entonces pensando en el vecino, en el del boliche de enfrente para que lo lea, la única forma es si uno se lo muestra en formato gráfico. Y el diseño así apaisado también remite a los viejos folletines. Como el histórico Paturuzú!! Es un costo mayor para algo que está cayendo en desuso. Pero no creo que la tecnología anule la publicación gráfica. Y sobre todo este tipo de género.

Es común el debate sobre el desinterés de los jóvenes por la política. Vos como militante y periodista, tenés un compromiso político y además sos un comunicador, que no por azar decide en su obra relatar hechos políticos.

Creo necesario el acercamiento a nuevas generaciones tan distantes a la historia política de nuestro país, no por su culpa, pero sí es un dato de la realidad que son generaciones desinteresadas en lo político, lo histórico. Esto fue intencional, de vaciar el contenido social, político. Y acá hago hincapié en la política como la vida en sociedad, pagar un impuesto, si te roban vas a la policía, si te queres casar vas al registro civil. El día a día es un hecho político.

El personaje de Capussoto, Bombita Rodriguez, pretende a través del humor, desopilante, dar cuenta de aquel periodo histórico tan particular de los años 70 y la militancia en Montoneros. Acude al lenguaje más popular para dar a conocer aquella parte de nuestra historia política.

Tal cual, Bombita Rodríguez permite ese acercamiento, es una herramienta válida. El folletín es literatura popular, el héroe no es tan sano ni tan puro y el malo no es tan malo. Pensá que el folletín se lo encontraba en las pulperías, costaba centavos. Hoy los libros son caros y por otra parte la forma narrativa a veces aleja las clases populares por el lenguaje utilizado. Hoy todo es sintético!! Cómo imaginar ponerse a leer la Guerra y la Paz de Tosltoi!

Fedele afirma que siempre tomó el periodismo como una herramienta para hacer política. “Creo además que el acto de la lectura es maravilloso, son signos, símbolos uno al lado de otro con esa capacidad de generar imágenes, sonidos en la cabeza del lector. Pienso que luego de Shakespeare, todo ha sido inventado, y lo que varió fueron los modos narrativos. La diferencia la hace el compromiso con el espacio y el tiempo que uno habita.”l


Redacción Alerta Militante

viernes, 27 de febrero de 2009

Folletín: La cacería de Florencio Espiro

Don Alberto Barceló
"El Intendente"

Capítulo I
El caso


En Barracas al Sur gobernaba Barceló. Así que no estaba para andar tentando a la suerte. La desgracia ya estaba echada. Fatal e irremediable. La muerte que (ahora) cargaba Florencio en su vaina no era poca cosa: había liquidado a Luciano Méndez: matón de confianza del senador Barceló... Hacía pocas horas. En la ribera. Un viejo entrevero de naipes.

En eso pensaba Florencio (ahora) en la huída. Ocultándose en los bordes de Avellaneda. Pensaba, también, corriendo, fugitivo, recordaba los presagios de la abuela Aurelia: esos últimos abanicados sueños viéndolo a Florencio con tres balas estampadas en el pecho: el augurio de la muerte; refrescaba las palabras de la vieja, “el nietito cagado a tiros, tirado en la calle, desangrado”, la voz frágil de la abuela Aurelia hablándole en secreto, medio bruja. Y Florencio corría. Vadeando el arroyo.

El prófugo iba (rápido) buscando cobijo en lo del tío Rosendo. En los corrales de Piñero. Allí (favorito) pensaba Florencio su tío le daría el mejor de los caballos. El más bravo. Ya sabía Florencio que la única salida era escapar a Entre Ríos, a la casa del primo Julio y la tía Teresa. Allí encontraría escondite y comida. En Diamante, al otro lado del Paraná; barranca arriba. Conocía el camino. Sabía de la balsa y los contrabandistas. Allí iría.Florencio corría huía escapaba, corría, chapaleando barro, saltando, entre los yuyales, corría, ladeando el arroyo. Y el congresista Barceló lo buscaba: más muerto que vivo: lo buscaba. Todos los matones del senador (todos) andaban tras el rastro del bandido. La milicada carpía alterada; el avispero bullía. Favorecedores y perejiles del caudillo pugnaban por acercar algún dato. Ese Florencio estaba muerto, pensaba Florencio. Imaginaba bien órdenes y bravatas, arengas del viejo Barceló. Imaginaba. Agitado. Y huyendo.

El flujo de los saladeros apestaba el arroyo, crispaba la nariz de Florencio. Qué corría y corría, y seguía corriendo. Mientras lejos las redadas oficiaban vértigo: en el centro de Avellaneda, en los arrabales, en el docke, en todos lados, en cada rincón, las razzias metían miedo. Empujones, armas largas, amenazas y gritos, simulacros de fusilamiento. Las huestes de Barceló clamaban sangre. Información. Algún dato. El posible paradero de Florencio Espiro.

Florencio (fugado) explicaba al tío Rosendo lo sucedido. Explicaba concreto la muerte del matón y el plan evasivo a la provincia de Entre Ríos. Suplicaba por el mejor caballo: un pingo tenaz, rudo, listo y ensillado, rogaba Florencio. El tío escuchaba, sin preguntas, sin consejos, lunático y seco, escuchaba atento a su sobrino. Y el sobrino contaba, acelerado, lamiendo las palabras; contaba y juraba la defensa propia, asumía el desastre, ojeaba la cacería, los hombres de Barceló a pura venganza, sedientos. El pánico codeaba a Florencio. Y Florencio resistía, se apretaba en jirones de lucidez y templanza. Aguantaba sano juicio.

El Tito Rosendo, ligero, amanecido, alistaba en segundos un potro alazán de los que meten miedo, alto, fibroso, camorrero, relinchando en cascos gruesos, como lascivo. Y Florencio repasaba en su memoria el viejo camino que llevaba a Rosario; y el cruce de los bagayeros; y la balsa, y los contrabandistas; el río Paraná; la provincia de Entre Ríos, Diamante… el caserío costero donde (una vez) prendió el germen de los Espiro: el clan griego hecho de poetas y cuchilleros. Florencio repasaba en su cabeza cada piedra del camino, cada ciénaga, legua a legua, recordaba frescos lomadas y pajonales, alambres de púa, puentes malditos, perros, malandras, todo retumbaba en su cráneo. Todo. Como en la nada.

Ya estaba listo: montura gringa, caballo comido, y el atadito de la tía Anna: albóndigas, huevos cocidos, y pan del bueno. El tío Rosendo estiró compadre una caramañola llena de agua. Y a escondidas de su mujer guardó en el cinto del sobrino una botellita de alcohol fino. Miró al cielo, y dijo: “Viene tormenta”. La tía Anna se persignó apurada y murmuró algo en italiano. Florencio levantó la vista, acomodó el sombrero; saludos a sus tíos repitiendo “gracias” varias veces. Ya partía.

El potro pedía traza, arrogante, joven. “No le afloje guacha, Cototo, este negro relame rebenque”, advirtió marcial el tío Rosendo. Y la bestia salió, como un bramido, envuelto en la polvareda. Loco. “Ay, Santa Madona, ¡Santa Madonina!, finito il mondo, finito il mondo”, se lamentaba la tía Anna viendo a su sobrino perderse en aquella desmesura animal, “brutto s´carto ss´cchifoso”, recriminaba al marido, “porco f´esso di la putanna”, remató, molesta, y echó una bendición siciliana; por la suerte de Florencio, por la lluvia mala que venía.

El sol apenas asomaba el cogote, blanco, impávido. La tormenta se armaba contra el oeste. Eso era bueno, pensó Florencio. Eso era bueno porque olía a tormenta precoz, corta y helada. Olía, escuchaba el viento, sabía que había que soportar lo primero, la ráfaga, y después era galopar un rato bajo una lluvia mansa, marmota. Y después mucho mucho frió. Frío. Y a seguir galopando. Todo eso sabía Florencio cuando los refucilos iluminaron la llanura. Y el sonido de la furia. Los truenos. Filosos. Como gritos. Lluvia escarchada. Y un viento tremendo.

Valeroso, el potro latía excitado, frenético, corría corría corría como una locomotora, galope intenso en el viento la lluvia el estruendo, fanfarrón, chúcaro en la embestida. Florencio lanzaba rebenque y vitoreaba a su caballo, con palabras hondas de reconocimiento, “mierda carajo este pingo macho”, gritaba el jinete, “méta, compañero, méta”, gritaba, “esta tormenta sotreta no asusta a nadie”, y reía, Florencio, embelesado, como poseso el infierno, y saludaba a su caballo, agradecido, “déle, amigo, déle nomás y ya llegamos”, y estallaba en locura y rebencazos, “méta, carajo”, gruñía bajo el cielo tormentoso, “galope galope este pingo vergudo”, coreaba, “¡corra!”, y apretaba su melena contra el cuello nervioso del animal.

Y llovía y llovía. Mucho.

Demasiado.